viernes, 7 de octubre de 2011

Nuestros hijos son los hijos de la Vida


Yo soy yo, Tú eres Tú
Tú haces lo Tuyo, Yo hago lo Mío
Yo no vine a este mundo para vivir
De acuerdo a tus expectativas
Tú no viniste a este mundo para vivir
De acuerdo con mis expectativas
Yo hago mi vida, Tú haces la tuya
Si coincidimos, será maravilloso
Si no, no hay nada que hacer.
Fritz S. Perls (1893-1970)

Es la oración Gestáltica que muestra de manera clara que, todos y cada uno de nosotros, tenemos sueños, metas, anhelos y esperanzas, que cada uno es dueño de su destino, de su mundo y que, en sana convivencia, se puede sintonizar, mezclar, fusionar ambos caminos (ek tuyo y el mío) para hacer uno nuevo: El Nuestro.

Esto mismo sucede con los hijos... cuando conformamos una familia, en muchas ocasiones, al observar a nuestro pequeño hijo, imaginamos todo el mundo de oportunidades que se le abre: lo vemos sano, creciendo feliz, alegre, radiante, graduarse con honores, hacer una carrera profesional exitosa, realizarse como persona, tener una pareja feliz, amorosa, que lo(a) amen y lo(a) respeten... en muchos casos esos sueños resulta más proyecciones personales de lo que nuestros sueños no lograron consolidarse.

En ocasiones expresamos: él o ella será lo que yo no pude ser, él o ella estudiará para médico, abogado, será doctor, será licenciada... ¿hemos preguntado en su momento, cuando llegue o si ya lo es lo que realmente ese hijo quiere ser? Cometemos el grave error de prolongar nuestra vida, truncada por problemas económicos, sociales, culturales, familiares, en la de nuestros hijos.

Excusamos que él o ella no pasará por lo que yo pasé, él o ella será mejor que yo... y agarro nuevamente la expresión de Fritz "Yo no vine a este mundo para vivir de acuerdo a tus expectativas, Tú no viniste a este mundo para vivir de acuerdo con mis expectativas"; porque eso hacemos... si por alguna causa, nuestros hijos deciden estudiar otra carrera diferente a la que teníamos planeada, no estudiar, no trabajar porque deciden hacer otras actividades... nos sentimos... DEFRAUDADOS, ESTAFADOS, PERDIDOS en tiempo y ganas...

¿Por qué? Porque hicimos de nuestros hijos, extensiones de nuestras propias vidas, vidas que nos negamos a vivir por razones que en este tema no vienen al caso pues serían simples excusas y justificaciones. No podemos andar sintiéndonos mal porque "no pude estudiar pues tenía que trabajar para mantenerte", "tuve que trabajar mucho para sacarlos adelante"...


Los hijos no son nuestros hijos, ellos no pidieron nacer, nosotros decidimos tenerlos, y así no son nuestros, no nos pertenecen pues son seres individuales, con sueños e ideas propias. ÍCaro y Dédalo son un ejemplo magistral de que aunque aconsejemos lo que deben o no hacer, siempre será la tendencia humana y natural, revelarse, porque ellos están con sed de vivir y experimentar.

No es dejarlos al abandono, es dejarles en su libre albedrío con consciencia: si haz educado en valores a tus hijos, asumirán sabiamente sus responsabilidades y decisiones. No es ser amigo de nuestros hijos pues, el límite entre la autoridad, respeto y la permisividad, libertinate es muy delgada y se rompe fácilmente.

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