viernes, 27 de abril de 2012

Los efectos somáticos de la Risa


Está demostrado que la risa eleva el umbral de tolerancia al dolor, incrementa el ritmo cardíaco y “masajea” los órganos internos. Al mismo tiempo genera una poderosa relajación del sistema nervioso parasimpático, lo que hace disminuir la contracción de una serie de músculos blandos que están controlados por dicho sistema, reduciendo también por este medio la tensión y el estrés. 

Este “aflojamiento muscular” es el responsable de algunos de los efectos que pueden ocurrir con la risa, como una mayor salivación, secreción lagrimal e incluso micción incontrolada. 

Al mismo tiempo la reducida actividad del sistema nervioso simpático flexibiliza y relaja también la rigidez corporal, que incluso puede llegar a provocar una pérdida de la postura erecta (revolcarse de risa). 

Por otra parte la risa favorece los procesos de digestión y de eliminación, mientras la presión sanguínea se normaliza y la dilatación de los alvéolos pulmonares se hace tres veces mayor que en la respiración normal, por lo que la cantidad de aire bombeada por los pulmones puede llegar a triplicarse. 

El Dr. William Fry, –el “doctor del humor”– ha dedicado más de 30 años a la investigación de las potenciales propiedades terapéuticas del humor, la risa y el buen estado de ánimo. 

“El humor cambia a la persona. El poder de su efecto no se detiene debajo del cuello... El regocijo va acompañado de perturbaciones en todo el organismo y alcanza nuestro auténtico ser biológico, físico. Nos rasguea como si fuésemos una enorme guitarra.” 

Define la risa como una “experiencia orgánica total” en la que participan todos los principales sistemas, como el muscular, el nervioso, el cardíaco, el cerebral y el digestivo; se produce en dos etapas: estimulación de la salud y relajación profunda. 

¡Tan profundo es el efecto de esta reacción en dos etapas que en ocasiones se la conoce como masaje interior! 

Constituye un buen ejercicio aeróbico que ventila los pulmones, a la vez que calienta y distiende los músculos, los nervios y el corazón. La risa, al igual que un ejercicio físico, acelera el ritmo cardíaco, eleva la tensión sanguínea, hace más rápida la respiración, expande la circulación y fomenta la entrada y salida de oxígeno. 

Ha demostrado que los ataques de risa, es decir, las carcajadas prolongadas, ejercitan no sólo la parte superior del torso, los pulmones y el corazón, sino también determinados grupos de músculos situados en los hombros, brazos, abdomen, diafragma y piernas. 

Entre 100 y 200 espasmos diarios de risa equivalen aproximadamente a 10’ de remo. De ahí luego las agujetas en el abdomen y el dolor de mandíbula. 

El célebre filósofo del S. XIX Herbert Spencer fue uno de los primeros científicos “serios” que aludió al efecto del masaje de la risa. En su opinión, la risa es una excelente válvula de seguridad para hacer frente a las “sobrecargas de fuerza nerviosa” y para liberar el “movimiento muscular desagradable”. 

Spencer estaba convencido de que la risa era un mecanismo esencial para restaurar el confort físico, la armonía biológica y el orden interno. 

Una de las principales razones por la que la risa afecta de un modo tan profundo a la relajación de todo el cuerpo guarda una estrecha relación con el efecto de la risa en la respiración. L. Lloyd decía que la risa suele empezar con una prolongada exhalación de aire, (durante un periodo de risa, las exhalaciones son, la mayoría de las veces, un poco más largas que las inhalaciones, y en el periodo de recuperación que sigue a la risa, a menudo nos vemos obligados a inhalar y exhalar largas, lentas y profundas bocanadas de aire). 

Muchas veces, la acción de esta respiración “feliz”, que es una combinación de inhalaciones profundas y exhalaciones completas, constituye la base de una espléndida ventilación, un descanso reparador y una intensa liberación. 

La respiración “triste” tiende a ser muy superficial, esporádica y estresante, provocando tensión en el corazón y ansiedad en la mente. 

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