lunes, 24 de octubre de 2011

Las mentiras y el Autismo

Las conductas de engaño y mentira son muy infrecuentes en niños autistas (Rutter, 1978). Sodian y Frith (1990) analizan tres grupos de sujetos: autistas, niños con síndrome de Down y normales, y los evalúan en varias tareas de engaño y sabotaje (o de evitación). 

La condición de engaño implica manipulación de estados mentales, y la condición de sabotaje no implica manipular estados mentales sino hacer una evitación de tipo físico. 

Los resultados muestran que los niños con desarrollo normal y los niños con síndrome de Down obtienen mejores resultados en las tareas de sabotaje, mientras que los niños autistas no presentan diferencias entre ambas tareas, y obtienen en las tareas de engaño resultados parecidos a los niños normales de 3 años 

Parece entonces que los niños con autismo no engañan ni mienten. Pero los niños autistas no eligen ser veraces, sino que son obligatoriamente veraces: la ausencia de falsedad de sus enunciados no es intencional, lo que hace que no se pueda catalogar su conducta como moralmente buena (ni mala, puesto que no hay intención), sino que su "veracidad compulsiva" debe ser entendida, más bien, como ingenuidad o inocencia.

La conducta de mentira conlleva una serie de aspectos, cuyo análisis nos puede informar de los problemas que con ella tienen los niños autistas: se da en situación de interacción, aparece en conductas declarativas, en enunciados predicativos, implica diferenciar la representación y el mundo, también implica diferenciar la representación propia y la ajena, y es una conducta expresada simbólicamente mediante un código lingüístico. Los niños con autismo también tienen problemas con el manejo de habilidades para-lingüísticas y para analizar las expresiones faciales.

En la medida en los niños pueden ir manejando los diferentes aspectos involucrados en la mentira, pueden producir mentiras (como ocurre en el desarrollo normal, Stern, 1933; Strichartz y Burton, 1990). Así, en condiciones de buena evolución, con un CI cercano al normativo, y en una edad cronológica avanzada, algunos niños autistas pueden producir mentiras. 

De todos los componentes del engaño y la mentira el que, a nuestro juicio, resulta más relevante en relación con el autismo es el tercero: la habilidad de las personas para inferir en los otros estados mentales (de creencia, de conocimiento, de deseo, etc). 

La habilidad para entender que los demás pueden tener estados mentales distintos de los propios, y que se contradicen con el estado real de los hechos (que es necesaria para manejar creencias falsas), junto con la capacidad de servirse de esta habilidad previa para crear ese estado mental en el otro y sacar beneficio de ello, daría una elaborada conducta de engaño que implica el manejo de una "teoría de la mente" (Premack y Woodruff, 1978). Los resultados de los diferentes trabajos que evalúan "teoría de la mente" en autistas ponen de manifiesto que tienen serias dificultades para resolver tareas que implican el manejo de habilidades de tipo mentalista y, en general, no resuelven tareas como la de creencia falsa, conocida también como "tarea de las canicas", que permite evaluar la posesión de una "teoría de la mente". Además, a juicio de autores como Wimmer y Perner (1983), el tercer componente del engaño y la mentira, que parece implicar la posesión de una "teoría de la mente", es decir, tener representaciones sobre las representaciones del otro, funcionaría como "constrictor" sobre el engaño, de forma que, sin este componente, el engaño no sería de tipo intencional.

Los engaños más complejos, los que implican intención engañosa y conciencia desengaño, como es la mentira y el engaño de tipo táctico, serían el producto de un proceso de adaptación social a las complejas estructuras sociales (Humphrey, 1976; Cosmides,1989), en las cuales un individuo debe ser hábil para proteger sus propios intereses(detectando conductas engañosas) y poder obtener beneficios a costa de otros (mediante conductas de engaño y mentira). En los procesos de detección de engaño y mentira se pone en marcha la posibilidad de ser un sujeto con mente y con capacidad de atribuir mente a los otros, en definitiva, de comportarse como un "psicólogo natural" (Rivikre, 1991).

La mentira manifiesta también su carácter adaptativo en su función de preservar el yo ante los otros. Las primeras mentiras de los niños están relacionadas con la culpa y con la evitación (Stern y Stern, 1909) y las mentiras adolescentes cumplen la función de presentar un sujeto exagerado (fanfarronerías y autopresentaciones). Preservar el yo llega a su límite en las mentiras más complejas y peligrosas, como son las automentiras de los adultos.

Los niños autistas tienen serias dificultades para construir su imagen del yo y para entender la forma en que es percibida por nosotros. Quizá por eso no son hábiles para usar la mentira como protección, ni son hábiles en detectar las mentiras de otros. Así, por ejemplo, R. (que es un niño autista que resuelve las tareas de "teoría de la mente" de 1er y 2do orden) no detecta la intención engañosa de un compañero que, sistemáticamente y con diferentes argucias, logra apoderarse de su dinero, aunque sí se da cuenta de que al final él se queda sin su dinero. Esta anécdota nos hace pensar que, aunque en situaciones experimentales algunos niños autistas puedan resolver adecuadamente tareas estáticas que involucran engaño, en la vida real, en la que se dan situaciones interactivas rápidas y variables, incluso autistas inteligentes son incapaces de detectar mentiras y protegerse del engaño. La ingenuidad de los niños con autismo les hace indefensos a situaciones sutiles como es el engaño.

Este aspecto es especialmente importante cuando los niños autistas entran en contacto con otras personas no ingenuas, como es en el contexto de integración escolar. En estas interacciones sociales se manejan el engaño, el abuso o la mentira, como moneda habitual. Un dato que se ha observado en la experiencia de integración es que los niños con autismo generan actitudes protectoras por parte de sus compañeros, debido a su ingenuidad. Pero este es sin duda un aspecto en que los profesores deben poner atención.

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