¿ Cuantas veces tuviste que borrar las líneas en los cuadernos porque "la letra no te salía bonita"?, ¿cuántas veces te probaste camisas, zapatos, vestidos, pantalones, carteras, porque no eran las que en ese momento te hacían sentir realmente bien?
Y tú, ¿cuántas practicaste mentalmente eso que "tengo que decirte algo"?... Infinidades, ¿no?
Nuestra vida esta hecha de cientos de palabras, instantes y pensamientos que van hilando una telaraña de seda emocional, que acumula sensaciones gratas y placenteras o que nos evocan momentos de trágico dolor y desesperanza... sin embargo, cada día finaliza con el sol oculto, dándole permiso a la noche para que todo lo hecho, quede en un pasado que no debe molestarnos a menos que sea para, recrear un aprendizaje.
Nos quedamos dormidos, y al amanecer, muchos de nosotros continua en el Ayer, sin disfrutar del nuevo día, de las nuevas oportunidades, de las nuevas experiencias cargadas de conocimiento y de vivencias por lo ya pasado, no, no nos damos esa oportunidad porque, nos clavamos en... "Si hubiese dicho, si hubiese hecho,... si... si..."
Nos martirizamos cuales esclavos de la colonia o peor aún, en los sacerdotes medievales (imagínense a un flagelador autoinfringiéndose latigazos y echándose sal en las heridas) con esos recuerdos de lo que no hicimos o lo que no fue por esto o por aquello... y gastamos dinero en oír a alguien decirnos lo que no debimos hacer, sentir o pensar y esperamos que nos resuelva el problema que nos aqueja con una palabra mágica, una pócima secreta o terapia actualizada y hasta on line o or vía mensajes de texto, porque nos ponemos obsesivos con el "deseo de estar bien, curados y libres"...
Una vida sin algún obstáculo que librar o decisión que tomar, carecería de sentido y dirección, parecidos a los vectores en matemáticas, estaríamos en un limbo emocional y psicológico... peor que las personas sumidas en algún tipo de afección neurológica... y entonces, vivir una vida sin sentido... ¿qué sentido tiene?
Si ayer te sucedieron situaciones graves que te paralizaron, ayer ya pasó... y hoy se te abre nuevamente un universo de posibilidades para comenzar de nuevo, como si tuvieras la oportunidad de retomar otro rumbo, verlo desde otra manera, refrescar tus ideas... ¡Vuelve a empezar si todo se derrumba!
Rodéate de personas que sean productivas dándote afecto en lugar de palabras, nadie puede decirte qué hacer o sentir sino tu mismo, pueden darte su parecer, pero no decirte qué hacer, porque esa es tu responsabilidad.
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