viernes, 1 de octubre de 2010

¿Quién nos forma: la naturaleza o el ambiente? IV Parte



¿Cómo queda entonces la cuestión de si estamos formados por la naturaleza o por el ambiente?

La respuesta es que por ambos. No obstante, los resultados de la investigación van más lejos al poner el énfasis en cómo interactúan los dos tipos de factores. Buena parte de la variación entre personas es el resultado de la combinación sinérgica de naturaleza y ambiente.


En cierto sentido, la pregunta no es la adecuada. Que la herencia sea alta o baja no tiene aplicaciones políticas o prácticas (salvo, quizás, cuando es muy cercana al cero por 100 o al cien por 100). Lo que real mente importa no es la fuerza relativa de los efectos genéticos y ambientales (que en cualquier caso variarán de acuerdo con las circunstancias) sino los mecanismos a través de los cuales ejercen su efecto. Es así como se plantea la investigación en el futuro.

Por ejemplo, ¿Las influencias genéticas sobre la conducta antisocial actúan a través de los riesgos indirectos asociados con la búsqueda de sensaciones o la impulsividad, a tra vés de los riesgos más directos asociados con la agresividad, o a través de los efectos protectores que se asocian a una ansiedad elevada?

Los genetistas moleculares contribuirán de forma crucial a la com prensión de los procesos causases. Hasta ahora, la mayor parte de la investigación biológica en el área de los trastornos mentales no ha sido concluyente porque en muchos casos ha sido como dar palos de ciego. Pero una vez la genética molecular haya identificado uno o más genes de susceptibilidad importantes, y una vez la investigación en genómica funcional haya mostrado los efectos de estos genes sobre proteínas y sobre los procesos biológicos que estas proteínas desencadenan, debería ser más fácil hallar los mecanismos biológicos causases subyacentes.

Aún así, la investigación sólo triunfará si considera la interacción en tre naturaleza y ambiente. Esto se debe a que algunas influencias genéti cas importantes actúan sobre la exposición y susceptibilidad frente a riesgos ambientales específicos. Por tanto, la investigación debe ir más allá de los procesos que operan en la célula; debe estudiar también los proce sos relacionados con la forma en que los individuos interactúan con su entorno, y por tanto con las vías indirectas por las que susceptibilidades genéticamente influenciadas conducen a conductas particulares. Esta tarea puede completarse, pero el éxito no será fácil y probablemente lleve mucho tiempo.

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