viernes, 9 de agosto de 2013

Cuando la oportunidad es única: Nahuel

Transformando el dolor en belleza

Nahuel, de 4 años de edad, estaba internado en una sala pediátrica de asistencia a pacientes quemados.

Un accidente doméstico había provocado quemaduras en un 70% de su cuerpo obligándolo a una larga hospitalización. Recibía cotidianamente dolorosos procedimientos médicos, curaciones y extracción de piel necrosada Una de las prácticas más álgidas era el aseo, el momento del baño, que sumergía a Nahuel en un grito sostenido.

Es en este caso el equipo de salud quien convoca a los payasos terapéuticos para que intervengan justamente en esa dolorosísima práctica, momento tan temido por el niño y angustiante para quienes lo realizan.

Luego de conocer a Nahuel, acordaron la estrategia la dupla y se presentaron con un objeto que uno de ellos tenía en u valija. Un pececito de goma como los que utilizan para jugar los niño pequeños en la bañera.

Este hábito, el de jugar con muñecos de goma en el momento del baño, fue tomado en cuenta frente a la elección del modo de presentarse. Se trataba de un objeto significativo en el mundo infantil y con la característica de vivir en el agua, característica que remitía a esa situación temida por Nahuel y que había que ayudarlo a atravesar, convirtiéndola en otra escena para poder tolerarla. El objeto elegido le sería familiar y además cumpliría la función de mediatizadora entre el placer y el dolor. Objeto que lo haría recordar otros momentos más gratos del baño, momento lúdicos que pudieran transportarlo a otro tiempo, un tiempo sin enfermedad

Los payasos ingresaron a la habitación con el consentimiento de Nahuel, que estaba acostado en su cama, y el de su papá que lo acompañaba.

Se fueron acercando poco a poco, primero uno y luego el otro, jugando con los distintos niveles que porponía el espacio de la habitación hasta alcanzar la vision completa para Nahuel Allí estaba él sin poder moverse, el brillo de sus ojitos y la sonrisa dibujada en su rostro fueron una buena señal para comenzar a trabajar.

Pronto las valijas colorida de los payasos llamaron su atención, intentaba levantar su cabeza cada vez que éstos la abrían. Estaba muy atento e intrigado por conocer que llevaba allí. De a poco comenzó a relatar qué cosas le gustaban, por ejemplo cantar, y a focalizar el nuevo amigo, el animalito del mar.

Los payasos le contaron que a su amigo, este pez, le gustaba bañarse pero que en la valija ya no había mucha agua...

Cuando entraron las enfermeras para proceder al baño, los payasos brindaron dos alternativas: Podían retirarse, preservando la intimidad del paciente, o bien quedarse durante el procedimiento si así lo deseaban Nahuel les pidió se quedaran. Aunque el equipo médico había solicitado el acompañamiento de lo payasos durante la situación de higiene, siempre importa la situación del paciente y valora el hecho de que un paciente pueda decir que no a su visita Quizás es la única oportunidad de decir que no dentro del ámbito hospitalario

Al niño le gustaban las canciones y pensaron que cantar sería oportuno. Mientras cantaban, las enfermeras empezaron a limpiar las heridas con gasas y Nahuel, apretando al pececito fuertemente entre sus manos y mirando al frente, comenzó a llorar con intensidad en un grito continuo. 

En un momento, los payasos que permanecían parados a su derecha cantando, se miraron y, dándole la mano a Nahuel, continuaron hasta que los gritos desgarradores tapaban sus entrecortadas voces. Invadidos por una inmensa angustia, pararon de cantar; automáticamente el niño giró su cabeza y preguntó por qué habían dejado de hacerlo. Sin dudarlo continuaron entonando la canción. Nahuel volvió a mirar al frente y su llanto retornó con intensidad. Siguieron así hasta el momento del vendaje, que parece ser menos doloroso. La intensidad del llanto empezó a mermar y Nahuel retomó la conversación con los payasos como al principio de la intervención. 

Los payasos terapéuticos pueden ser mágicos, pero no curan mágicamente, no puede evitarle a un niño el dolor de las curaciones, pero sí acompañarlo en el mismo con actitud positiva y disposición lúdica.

Nahuel, aún en medio del dolo y llanto sostenido, pidió a los payasos que continuaran cantando. Grito que se transformó en llamado. Llamado que fue escuchado y que ayudó a sobreponer la propia angustia de los payasos ante esa situación.

Llega el momento de la despedida y Nahuel sostenía el juguete apretado entre sus manos y no habiendo indicios de su devolución, los payasos resolvieron dejárselo con el compromiso de que debía bañarlo todos los días.

Ante la iniciativa de conservar el objeto, los payasos entendieron que debía ser así y encontraron ahí oportunidad para la continuidad de su intervención el juguete se convirtió en un objeto acompañante, cargado simbólicamente de aspectos sanos que el niño debía conservar de si mimo, para afrontar la ardua y prolongada hospitalización. Esa fue su despedida y único encuentro con Nahuel, padre y enfermeras.

Extracto del libro: Payasos de Hospital. Historia de encuentros.
Andrea Romero, Liliana Méndez, María Marta Bianco, Vanesa Castro Arata, Verónica Macedo.
Página 53

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