sábado, 24 de marzo de 2012

Serenidad

Soy un instrumento de paz y serenidad.

En el ajetreo diario, la paz y la quietud pueden parecer un sueño lejano. Mas yo determino comenzar cada día con un momento de oración y meditación para acudir al reino de Dios en mí. 

En mi momento de comunión, creo una idea mental que evoca la paz. Puede ser un lago sereno o el rostro de un ser querido. 

Quizás recuerde la letra de una canción o mi verso bíblico preferido.

Aquello que elijo visualizar se convierte en algo a lo cual puedo regresar para sosegarme en cualquier momento del día.

La clave para volver a este espacio interno y sagrado, este centro de serenidad y amor en lo profundo de mí, es un simple “Gracias, Dios”. 

Con gratitud, me doy cuenta del amor que me sostiene. Me doy cuenta de que Dios y yo somos uno.

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