Muchas personas ha descubierto Estados Esenciales a lo largo de su vida, en los instantes menos pensados y los han nombrado de manera diferente, como conexión, estar llenos de luz, gracia de Dios, Nirvana, entre otros. En el Proceso de Transformación Esencial le llamaremos Unidad.
La experiencia en este estado de unidad es distinta a la creencia que tenemos de que todos somos uno, pues se vivencia una disolución de las barreras personales: yo lo soy todo y al mismo tiempo no soy nada en particular. Cuando vemos, sentimos o escuchamos en la realidad ordinaria, nos experimentamos a nosotros mismos como seres independientes. Es fácil ver diferencias y sentirse separado: yo soy yo, y tú eres tú (Gestalt). Sin embargo, las principales disciplinas espirituales describen otra realidad más profunda en la que nos damos cuenta de que todos somos uno.
La gente a la hora de describir una experiencia espiritual profunda, normalmente habla de una increíble sensación de unidad con todo: "Soy todas las cosas, y todas las cosas son yo; no hay separación". Este proceso, a veces se describe como "El reconocimiento de Dios dentro de mí, y también en todas las cosas"
No importa el nombre que le pongamos, sino el hecho de que nuestra consciencia se eleva hasta un grado en que contemplamos el universo con nuestra naturaleza divina. El sentimiento que acompaña a esta experiencia es el de una completa unidad con el Todo Universal, uno entra en una euforia de absoluta unidad con la vida: con la humanidad, con todas las criaturas de la Tierra, con las plantas y los árboles, el aire, el agua e incluso con la misma Tierra. esta naturaleza divina se halla dispuesta siempre a gobernar nuestras vidas de un modo glorioso, y nuestra voluntad es libre de permitírselo o de impedir que nos afecte. La elección siempre está en nuestras manos.
Si bien esta experiencia de la unidad posee normalmente connotaciones espirituales, se ha descubierto que no sólo no choca con las creencias espirituales que cada persona pueda tener, sino que su eficacia tampoco exige ningún tipo de creencia en particular. Es despertar, abrir los ojos y darse cuenta de que se es mucho más de lo que imaginamos. Tú eres el mundo, eres el universo, tú eres tú mismo, y también todo lo demás. Todo es la maravillosa Obra de Dios. Despierta, recupera la alegría, ¡Ya eres libre!
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