El gran amor de Dios alivia mi mente y me proporciona consuelo.
Un niño con una rodilla raspada, un atleta olímpico que termina en cuarto lugar o una familia joven que pierde su casa, sienten diferentes tipos de dolor.
En cada caso, el amor y el apoyo de un amigo querido o de un familiar les brinda consuelo. Mas aun hasta el amor más grande palidece en comparación con el amor incondicional y eterno de Dios.
Cuando estoy triste, confío en que el amor divino sosiega mi mente y fortalece mi corazón.
Si siento dolor, la presencia de Dios en mí me brinda paz.
Todos somos creaciones amadas de Dios y aunque en un momento podamos sentirnos descorazonados, el amor divino nos provee Su consuelo eterno
No hay comentarios:
Publicar un comentario