miércoles, 12 de octubre de 2011

Da siempre...

Sé atento y comprensivo.

¡Cuántas de las personas que vienen a hablar contigo, traen problemas escondidos en el fondo de su alma!. Muéstrate sereno, tú que haz comprobado la luz del entendimiento fraterno, conserva el equilibrio cuando alguien se presenta perturbado. Sé atento y comprensivo; el mundo está lleno de enfermos, y tú tienes salud moral, mental y espiritual.

Recibe a tus amigos y a quienes busquen consuelo en ti, con alegría. Muchas veces un simple saludo alegre y espontáneo conquista un corazón y consuela un dolor. 

Un saludo triste o malhumorado puede inyectar veneno en un corazón alegre. Por eso, derrama alegría y bondad cuando encuentres a una persona conocida, a una persona que busca tu amor, y ya tendrás los beneficios de una acción meritoria.

Que tus amigos sientan el calor de un corazón afectuoso en un saludo simple y alegre. Trata a todos con afabilidad. Que el vecino sienta que a tu lado, es grato, está lleno de paz. Que tu compañero de trabajo, de lucha te vea como un aliado, no como un rival.

Trata siempre de ser el hermano, de aceptarlo con simpatía y entrega. No pretendas recibir consuelo de él, sino más bien que él sienta que puede recibirlo de ti y dártelo a cambio. Lo que das, recibirás. Y casi sin darte cuenta, llegarán a tu las vibraciones de gratitud.

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