lunes, 26 de septiembre de 2011

Trabajando tu Niño Interior


Todos estamos conformados por 3 partes, en lo referente a mente-espíritu:

El Superconsciente o parte espiritual al que Padre Celestial o Dios que es nuestra parte perfecta, el Consciente o parte mental que es la Madre, el intelecto, es quien elige adoptar la responsabilidad 100% de nuestra vida, y el Subconsciente que es nuestro Niño Interior que es nuestra parte emocional, es quien almacena todas nuestras experiencias.

A él lo descuidamos constantemente, le hemos hecho de lado a medida que crecemos física y socialmente; siendo él el responsable de todo lo que manifestamos, pues en él radican las memorias de nuestra vida, la de nuestros ancestros y de nuestras vidas pasadas.

Para contentarlo, para reconciliarnos con él y de esto, con nuestras memorias y nuestras experiencias, te propongo este ejercicio de Louise Hay: 

Contempla a tu niño interior de la forma que te sea posible y observa qué aspecto tiene y cómo se siente. Tranquilízalo y consuélalo. Pídele disculpas. Dile cuánto lamentas haberlo tenido abandonado. Has estado alejado de él durante demasiado tiempo y ahora deseas compensarlo. Prométele que nunca jamás volverás a abandonarlo. Dile que siempre que lo desee puede acercarse a ti, que tú estarás allí para él. Si está asustado, abrázalo. Si está enfadado, dile que está muy bien que exprese su enfado. Y, sobre todo, dile que lo amas muchísimo.

Tienes el poder necesario para contribuir a crear el mundo en que tú y tu niño desean vivir. Tienes el poder de tu mente y de tus pensamientos. Mira cómo vas creando un mundo fabuloso. Mira a tu niño relajado, seguro, tranquilo y feliz, riendo y jugando con sus amigos, corriendo libremente, tocando las flores, abrazado a un árbol, cogiendo una manzana del árbol y comiéndosela encantado, jugando con su mascota, balanceándose agarrado de una rama de árbol o riendo alegremente y corriendo hacia ti para abrazarte.

Contempla cómo los dos están sanos y viven en una casa hermosa y segura, cómo se llevan maravillosamente bien con sus padres, amigos y compañeros de trabajo, cómo los reciben con alegría dondequiera que vayan. Entre los dos hay un amor especial. Mira el lugar donde deseas vivir y el trabajo que te gustaría tener. Mira a los dos sanos, muy sanos, alegres y libres. Y así es.

Colócate la mano sobre el corazón y cierra los ojos. Ahora permítete no solamente ver sino ser tu niño interior. Por tu voz hablan tus padres que le dan la bienvenida a su llegada al mundo y a su vida. Escúchales decir:

"Nos sentimos tan felices de que hayas venido. Te hemos estado esperando. Hemos deseado tanto que vinieras a formar parte de nuestra familia. Eres muy importante para nosotros. Nos sentimos felices de que seas un niño. Amamos lo único y especial que hay en ti. La familia no sería la misma sin ti. Te amamos, queremos abrazarte. Deseamos ayudarte a crecer para que seas lo que eres capaz de ser. No tienes por qué ser como nosotros. Haz de ser tú mismo. Eres tan hermoso, tan inteligente, tan creativo. Es un placer tan grande para nosotros tenerte aquí. Te amamos más que a nada en el mundo. Gracias por escoger a nuestra familia. Eres bienaventurado y nos bendices al venir. Te amamos. Realmente te amamos."

Permite que tu niño pequeño asimile estas palabras como verdaderas. Procura disponer de un momento cada día para abrazarte y decirte estas palabras. Puedes decírtelas mirándote al espejo. Puedes decírtelas abrazando a un amigo.

Dite a ti mismo todas las cosas que deseabas que tus padres te dijeran. Tu niño pequeño necesita sentirse amado y deseado. Dale lo que necesita. 

No importa la edad que tengas, ni si estás enfermo o asustado, tu niño pequeño necesita sentirse amado y deseado. 

Recítale a menudo: «Te amo». Esto es verdad también para ti. 

El Universo te desea aquí y ése es el motivo de que estés aquí. Siempre has sido amado y siempre los serás, durante toda la eternidad. 

Puedes vivir feliz eternamente. 

¡Y así es!

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