Hoy aprendí a que no me decepciono de las personas, sino de lo que interpreto, percibo y asumo de las personas.
Espero tanto de los demás y se me pierde el horizonte de mis propias cualidades y limitaciones. Ansío tanto que sientan, piensen y hagan lo que tengo esperado, lo que tengo como norma, como ley, que al no suceder de esa manera, siento que me han defraudado, me han ofendido y me han decepcionado.
¡No es así!
Si me detengo a pensar por un momento en lo que yo deseo, pienso y siento, notaré que está dentro de mi, y que si no lo digo, lo hablo y lo demuestro, difícilmente la otra persona, las otras personas lo sabrán, y seguirán sus rumbos y yo lastimándome con sus acciones, pues ellos nada me hacen, solo(a) me hago todo
Las personas no me hacen cosas, me lastiman o me dañan, soy yo mismo(a) quien se hace un juicio de todo y al percatarme de la realidad, diferente a la mía, me decepciono.
Debo aprender a esperar menos de lo que yo mismo(a) estoy dispuesto(a) a dar. Dar sin hacerme una expecatativa más allá de lo posible. Aprender a soñar y tener la cabeza en las nubes y los pies en el suelo.
Tarea #1: Aprender a no esperar más de lo que se da. Alimentar paciencia y sembrar tolerancia
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