miércoles, 1 de junio de 2011

Un hombre Justo



Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.

Al terminar la clase ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

- Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar mas sus tonterías y podré descansar de verle. 

El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
- ¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes? El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.

-Por supuesto que no. – contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
 
-Bueno, - prosiguió el profesor, - cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me esta ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.
 
Tú me estas ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, mi amigo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad.

Muchacho tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mi depende lo que yo cargo en el mío.

Cada instante de nuestros días, nos encontramos frente a la oportunidad de tomar una sabia decisión, podemos escoger qué emociones o sentimientos poner en nuestro corazón y eso que elijamos lo tendremos hasta que decidamos cambiarlo. 

Esa es la verdadera libertad. Cuando buscamos la paz interior, la encontramos al darla, y la obtenemos en la medida en que ayudamos a otros a encontrar la propia.
 
Esa es pues una de la más noble misión del Educador.

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