miércoles, 10 de noviembre de 2010

Inteligencia Emocional - Educación Emocional - Sabiduría Emocional


Inteligencia Emocional:

Al hablar de Inteligencia Emocional se nos viene a la mente todos los posibles concepto, correctos o no, de lo que es y lo que no es Inteligencia Emocional. Goleman, uno de los más reconocidos autores en el tema, define a la Inteligencia Emocional como "La inteligencia emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos"

Otros autores la definen como:

"Es la que gobierna y dirige nuestras emociones en todos los aspectos",

"Proceso y resultado de aprender a percibir, reconocer y regular las emociones",

"Modelo teórico para explicar el éxito personal y profesional, que no depende únicamente del coeficiente intelectual, sino de una serie de factores como manejo de emociones, empatía, automotivación, etc."

"Conjunto de capacidades, habilidades y competencias que sin ser cognoscitivas influyen en la capacidad de una persona para enfrentar las exigencias y presiones de su entorno"

En el mismo orden de ideas, y fundamentándonos en los estudios de Goleman, él estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones. Para esto, se ha escrito una variedad de artículos, en físico y en la web sobre cómo gerenciar, controlar y manifestar nuestras emociones. En muchos casos, se ha evidenciado que el "Ser Inteligente Emocionalmente" es controlar la rabia, la tristeza, estar siempre con una sonrisa en los labios y de buen humor, siendo esto uno de los errores de concepto más trillado y común.

El sentir ira (cólera), alegría, tristeza y miedo son lo que se definen como emociones básicas o primarias, forman parte de nuestro carácter, están con nosotros manifestándose constantemente y dependen de nuestra manera de percibir y vivir las experiencias diarias y aprender de ellas, transformándolas en anécdotas. Algunos autores afirman que la pena (vergüenza), aversión (asco), la ternura (amor, afecto), y la sorpresa son emociones secundarias, que se les da la connotación de sensaciones, basadas en la emocionalidad que nos da el pensar en algún evento o persona.

Ahora bien, no hay que confundir con emocionalidad y estado de ánimo. La emocionalidad es la manifestación de la emoción en nuestro cuerpo, de manera que existe o se comprueba una respuesta fisiológica (surgen las emociones); en caso contrario al estado de ánimo, que es la manifestación de las sensaciones o emociones secundarias.

Pero, ¿si estoy triste, abrumada, siento pena, no soy emocionalmente Inteligente? ¿si lloro cuando discuto, cuando me llaman la atención o cuando algo no me sale bien, no tengo inteligencia emocional? Desde mi punto de vista, como especialista, debo decir que, nada tiene que ver que seas o no inteligente emocional, pues en algunos casos, las emociones salen como producto de un evento y, dependiendo del contexto donde ésta se genere, donde esté ocurriendo, el llorar, el manifestar el desagrado, el ser asertivo (lo que me sucede lo digo o lo manifiesto, sin lastimar a nadie) se puede ser inteligente emocionalmente.

El sentir emociones negativas (se dicen negativas porque son lo contrario a la alegría, a la sorpresa positiva) nos ayuda a dar respuesta a algo que no nos agrada, nos lastima o nos está perjudicando, el guardar esas emociones y permitirnos sacarlas, desahogarlas, generará a largo plazo la apariciòn de somatizaciones que nos pueden afectar tanto la salud física como la mental. De igual manera, expresar las emociones positivas fuera de contexto, en momentos en que no corresponde ni el comportamiento conductual ni el comportamiento social, trae además de problemas en nuestro entorno, señales de que no estamos razonando adecuadamente las situaciones que vivimos o no estamos en congruencia con lo que se piensa, se siente y se hace (ver La Congruencia: Soy, Estoy y Me Siento... )

Ser inteligente emocionalmente es sentir adecuadamente la emoción que corresponde al evento, al momento y a mi estado de ánimo; y saber expresarla y controlarla (no de represion sino de manifestación en la medida adecuada) y está íntimamente vinculada a la Educación Emocional y a la Sabiduría Emocional

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