Querubines de la noche,
que entre las estrellas se pasean,
dejando ilusiones en su estela,
para que tras ellas, mis sueños vuelen,
díganle a mi caballero andante,
que mi corazón tiene su huella,
que soy su amada, su amante.
Duendes juguetones, danzarines,
abre un huequito y bota este lamento,
para meter ahí sus pensamientos,
y llenarlo de besos, llenarlos de mí,
hasta que se confundan nuestros alientos,
y mi olor en su cuerpo, sea mi consuelo.
Luceros de la noche callada,
que iluminan cada pedacito del cielo,
vé y dile a mi caballero,
que su amor es mi anhelo,
que su piel es mi almohada.
Querubines de la noche,
susúrrale mi nombre a mi amante en sueños,
para que al romper el alba deslumbrante,
sólo de mi amor quiera ser dueño.
Luceros, duendes y querubines,
no dejen de brindarme su bendición,
que todo mi amor, lleva un nombre,
y que el tenerlo en mi mente,
llena de alegría mi corazón.
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