Un día la profesora le preguntó a sus alumnos que quién sabría explicar: ¿Quién era Dios? Uno de los niños levantó la mano y respondió:
- Dios es nuestro Padre, Él hizo a la tierra, el mar y todo lo que está en ella. Nos hizo como hijos de Él.
La profesora lo felicitó y siguió indagando, buscando más respuestas y fue más lejos: ¿Cómo saben que Dios existe si nunca lo han visto?.... Todo el salón quedó en silencio. Jesús, un niñito tímido, levantó la mano y dijo:
- Mi mamá dice que Dios es como el azúcar en la leche que me da todas las mañanas, yo no veo el azúcar dentro de la taza, mezclada con la leche, más si no tuviera azúcar, la leche no tendría ese saborcito dulce... Dios existe siempre en medio de nosotros, porque si Él se fuera, nuestra vida quedaría como la leche sin azúcar, sin sabor.
La profesora sonrío y le dijo a Jesús:
- Muy bien Jesús, yo les enseñé muchas cosas a ustedes, más hoy tú me enseñaste algo más profundo que todo lo que yo sabía. Ahora sé que Dios es nuestro azúcar y que está todos los días endulzando nuestra vida. Le dio un beso en la frente y salió emocionada al receso, por la respuesta de ese niño.
La sabiduría no está en el conocimiento sino en la vivencia de Dios en nuestras vidas. Teorías existen, muchas, pero la dulzura como la de Dios no existe ni en los mejores azúcares... Este azúcar no tiene límites de consumo, no engorda el cuerpo si no el alma y el espíritu, te endulza el momento más amargo.
No olvides desde ahora, poner "Azúcar" a tu vida...
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