Noches enteras soñándote,
dibujando mis ilusiones
en esas lánguidas y oscuras horas
prendida de mis anhelos,
deseándo nuestro encuentro...
Un beso, una caricia que arranca suspiros
solo eso me queda de tu despedida.
En un momento,
a la sombra de aquella noche,
entre caricias y sudor,
en que fuiste mío,
en que a mi alma renunciaba,
por tenerte un minuto,
por tus besos, por tu cuerpo, por llenarme de ti
solo la mirada triste de tu partida, queda en mi memoria.
Prohibido eres, no soy tuya, ni quizá ni lo seré
tan solo el rastro de nuestro encuentro,
en el cual, te llevaste mi alma al irte,
las sábanas destendidas y la sombra de tu presencia
en mi cuerpo, en mi piel...
en mí
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