Desde el borde de una estrella
se mece dormida la noche,
entre cánticos de luceros,
entre las estelas de asteriodes
y te dicen quedito al oído,
que en su escarcha se envuelvan.
Desde lo oscuro del recuerdo,
donde nadie evoca la memoria,
aparecen entre sueños,
como nubes de rocíos y de gloria
los colores de los besos,
los albores de tu sombra.
Desde lo más alto de las puntas
entre las esquelas y las aristas,
traviesas, danzarinas las esquirlas
de los ojos de tus dudas,
me dicen que es desde ese borde,
donde esperas que te arruye,
en mi regazo de luna.
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