Estoy despreocupado y gozoso.
De vez en cuando quizás me sienta abrumado y desee volver a mi infancia —despreocupada, libre y llena de gozo. Pero sin importar mi edad o mis circunstancias, tengo la habilidad de elegir mi actitud hacia la vida en este momento.
Cada vez que elijo pensamientos que me elevan y acciones que me inspiran, expreso el gozo del Espíritu.
Cada vez que confío en Dios y dejo ir toda preocupación e inquietud, disfruto del gozo del Espíritu.
Como un niño, soy osado y libre, apasionado por la vida. Estoy vivo, alerta y sin preocupaciones.
Al sentir plenamente el gozo del Espíritu divino en mí, mi vida cobra nuevo significado y mi emoción bendice al mundo
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