En Espíritu, soy ilimitado.
Cuando el Espíritu está presente, “hay libertad” —y el Espíritu está en mí. El espíritu de Dios me permite enfrentar cualquier reto con sabiduría, serenidad y resolución.
Así como el Espíritu divino hace que las aves encuentren comida y abrigo, el Espíritu en mí me apoya a medida que vivo y creo una vida feliz y significativa.
La conciencia de libertad desata cualquier restricción autoimpuesta.
Soy libre para crecer espiritualmente y cambiar.
Mi potencial para el éxito es ilimitado y mis oportunidades de servir a otros y expresar amor son infinitas.
Consciente del Espíritu de Dios siempre presente en mí, soy libre e ilimitado.
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