Recibo consuelo en la presencia de Dios.
El temor y la ansiedad pueden crear en mí como una amnesia espiritual.
Tal vez sienta que estoy solo y que debo hacerlo todo por mí mismo.
Para remediar este estado, redirijo mi atención y recuerdo que nunca estoy solo, que dondequiera que estoy, está Dios.
El Espíritu divino es una presencia viviente y sosegadora en mí.
Aquí y ahora, soy uno con mi Creador.
No importa la situación, recibo consuelo al descansar, respirar y acudir a la presencia de Dios en mí.
Siento esta Presencia con cada latido de mi corazón, con cada aliento que tomo y con todo mi cuerpo.
Al calmarme, siento que Dios me consuela y que bendice mi cuerpo, mi mente y mi alma.
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