Los pensamientos y acciones positivas alimentan mi cuerpo, alma y espíritu.
Comer los alimentos apropiados me ayuda a permanecer sano y provee la energía y nutrición que necesito para llevar una vida dinámica y activa. La buena alimentación es la base de un cuerpo saludable.
Una práctica espiritual activa y vibrante también es esencial para una vida saludable. La oración, la meditación, la expresión creativa, la comunión con otros, la gratitud y el pensamiento positivo apoyan mi conciencia de ser uno con Dios.
La vida divina en mí me alienta y da energía.
Los pensamientos y acciones positivas sostienen tanto mi salud física como espiritual. Soy nutrido en cuerpo, alma y espíritu
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