Un joven monje se unió a una orden que requería silencio total, A su criterio, el abad podía permitir a cualquier monje que hablara. Pasaron casi 5 años antes de que el abad se acercara al monje principiante y le dijo: "Puedes decir dos palabras". Escogiendo sus palabras cuidadosamente, el monte dijo: "Cama Dura". Con verdadera preocupación, el abad dijo: "Lamento que tu cama sea incómoda. Veremos si podemos conseguirte otra".
Por su décimo año en el monasterio, el abad se acercó al joven monje y le dijo: "Puedes decir dos palabras más". "Comida Fría", dijo el monje. "Veremos qué podemos hacer" contestó el abad.
En el quinceavo aniversario del monje, el abad le volvió a decir: "Ahora puedes decir dos palabras". "Yo renuncio" dijo el monje. "Probablemente sea lo mejor", respondió el abad. "No has hecho nada más que quejarte desde que llegaste aquí"
Por su décimo año en el monasterio, el abad se acercó al joven monje y le dijo: "Puedes decir dos palabras más". "Comida Fría", dijo el monje. "Veremos qué podemos hacer" contestó el abad.
En el quinceavo aniversario del monje, el abad le volvió a decir: "Ahora puedes decir dos palabras". "Yo renuncio" dijo el monje. "Probablemente sea lo mejor", respondió el abad. "No has hecho nada más que quejarte desde que llegaste aquí"
Pág. 83 - Un Mundo sin Quejas, Will Bowen
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