Foto tomada durante los mis días de tratamiento
Se me presenta o me hago la oportunidad de hablar, de decir y de comunicar (tres procesos diferentes) sobre mi experiencia, mi emocionalidad y mis impresiones sobre el antes, el durante y el después de mi diagnóstico, superación y remisión del cáncer de cuello uterino y del tumor de ovario que sufrí hace ya aproximadamente cuatro años, desde el momento en que escribo estas líneas. La finalidad no es darle una receta emocional o espiritual, ni un tips mágico, más bien es para decantar algunos sentimientos de nostalgia que siempre quedan de esos días, es notable que al ser diagnosticado con una enfermedad tan agresiva y prejuiciosa (muchos se alejan pensando que es contagiosa, es socialmente rechazada y hasta aislante) tengamos el deseo de atención, amor, afecto y solidaridad... Afortunadamente yo tuve todo eso y más... siento que le conseguí el lado amable, difícilmente podría decir positivo, a tener, padecer y superar el cáncer de cuello uterino.
Lejos de buscar la razón, el por qué mi cuerpo y mi mente generaron el crecimiento anormal de células que terminaron siendo malignas a mi organismo, prefiero empezar desde el día de mi diagnóstico: 15 de octubre de 2006. Me tocaba mi consulta cotidiana ginecológica, recuerdo que estaba en el consultorio de mi ginecólogo conversando amenamente cuando me comenta que me hará un eco, pues tenía mucho tiempo (casi 2 años) que no me revisaba el útero a través de imágenes, sólo el exámen de citología (papanicolau) y en él, aunque todo salía "normal", notaba inflamaciones no acordes a los resultados. ¡Bendito sea siempre mi doctor! Su buen ojo me salvó no solo la vida, sino que me hizo mejor ser humano, me encaminó a lo que ahora soy Orientadora y Psicoterapeuta.
Como les decía, sabia decisión y previsión de mi médico... al hacerme el eco notó un abultamiento anormal en mi ovario derecho, del tamaño de una moneda de Bs. 5 (4cm de diámetro) y recuerdo su expresión en el rostro y sus palabras; ¡Hummmmm aquí hay algo que está sobrando pero está en tu ovario...! Me hicieron el eco y tomaron biopsia del cuello uterino. El eco reveló un tumor en el ovario derecho, los resultados demoraron unos días y la conclusión: estadio 1, CACU (Cáncer de cuello nivel 1)
Mi médico fue en todo momento un gran aliado, amigo y apoyo. Cada visita era para conversar sobre temas de crecimiento personal, sobre planes a mediano plazo, sobre las medicaciones, alimentación y ritmo de vida que tenía y debía acondicionar para que el tratamiento sea efectivo, mejor y menos dañino. Recuerdo que habló de los efectos de las quimio y las radio: se te caerá el cabello, posiblemente perderás piezas dentales, uñas, elasticidad en la piel, peso, cambios de humor repentinos, insomnio, inapetencia, vómitos, náuseas, diarrea o constipación... ¡Dios eran tantos síntomas, efectos y situaciones que yo mentalmente iba bromeando (mi humor o mi carácter siemper ha sido verle el lado gracioso y positivo a las cosas que no son como deseamos, y el cáncer mejoró ese lado), me decía:
- ¿Se me caerá el cabello? Bueno, pelona me debo ver bella, o me pongo peluca y me veré exquisita... - ¿perderé dientes? ¡me ahorro el dentista doloroso y me pongo plancha! - Para las uñas no hay problema, me pongo acrílicas (postizas) jejejejeje.... EN fin, haciendo más corto el comentario: ni perdí peso, cabello o apetito, si perdí algunas muelas y las uñas no volvieron a crecerme... así que ya saben que mi dentista está con un paciente menos y la manicurista tiene a esta morenaza fija (jajajajajaja)
Mi pareja (con la que tenía apenas 1 año de amores y que hasta la fecha me acompaña) solo me abrazaba al oír con sentimiento de vulnerabilidad el diagnóstico asertivo de mi querido doctor: saliste positiva para cáncer, ¿cuando estás dispuesta a empezar el tratamiento?... no hubo preguntas ¿por qué?, ¿por qué a mi? sino solamente: ¿qué vamos a hacer?, Pedro Luis sólo me miraba y me abrazaba duro, repitiéndome que estará conmigo hasta viejitos, más viejto él, hasta que estemos pasita, pasita (arrugados) El se aguantó mis cambios de humor, mis lágrimas repentinas, mis rabietas, malacrianzas y caprichos. Pasó noches entera en vela conmigo, haciéndome reír o secando mis lágrimas, llorando conmigo... ¿cómo no amarle?
Mis padres y hermanos fueron mis brazos y mis ojos, me apoyaron y me dieron amor al máximo... mi hijo querido de apenas 2 años recién cumplidos, se portó como lo que es, un caballero, jamás se quejó que su mamá a veces no podía atenderlo, solo me besaba y me decía: mamá descansa, ya pronto sanarás (Jesús, mi hijo Asperger, fue el ejemplo de valentía y de serenidad)
Durante un mes estuve haciéndome análisis y exámenes para mantener mi salud acorde a lo que me venía (sesiones de quimio y de radio) mi médico no quería esperar que saliera algo malo o bueno, actuamos por prevención... y en esos días conocí la disciplina de PNI (Psiconeuroinmunología Dr. Nelson Torres y la Dr.a Castés) y PNL ( Programación Neurolingüística Dr. Angel García y Dr. Omar Padilla)
Debo confesar que en las noches me desvelaba pensando en mi hijo Jesús, que apenas estaba aprendiendo a vivir con su condición de vida, estábamos en plenas terapias ocupacionales y de lenguaje, y mi pareja, con la que apenas iniciaba una vida juntos y que debía ser todo hermoso, color de rosa, vivió esos días amargos siempre apoyándome, amándome y aceptando todo cuanto le tocó vivir a mi lado, sin quejarse, y hasta la fecha sigue a mi lado y vive para hacerme la vida más hermosa, más sana y más dulce... Gracias amor si alguna vez lees estas líneas.
Pasé mis sesiones de quimio tranquila, gracias a los ejercicios de PNL que visualizaban un cuerpo sano, una Vanessa feliz y sana, sea donde sea, no me veía en ninguna parte pues aprendes a esperar lo posible y realizable, no lo inimaginable... y no perdí ni un cabello de mi negra y larga cabellera, ni perdí peso... conmigo estuvieron un grupo de médicos inigualables; oncólogos holísticos que meditaban y hacíamos ejercicios de relajación previa a la consulta, mejorando mis pensamientos automáticos y catastróficos y haciendo que yo misma genere endorfinas cada sesión de radio o de quimio. Conocí personas maravillosas con quien compartí momentos únicos y mágicos, me acerqué más a mi propia naturaleza, agradecí y agradezco aún a Dios esta experiencia porque me confirmo que se es feliz cuando se decide a serlo, no mirando los por qué, sino más bien ¿por qué no?
Lloraba, no a escondidas, cuando la emoción salía, me di esos permisos y mis familiares y amigos lo entendieron... me molestaba y sacaba las rabias y enojos, con quienes debía: a mi espejo le dije todo lo que por mi soberbia, mi egoísmo y mis inseguridades dejé de disfrutar, lastimé y alejé... y me perdoné... el pronóstico era de 6 meses de tratamiento... y trabajando mis emociones trabajé 4 meses pues, el cáncer se fue... poco a poco se alejó, ya no tenía de qué alimentarse, curé mi cuerpo para poder sanar mi alma...
Mis alumnos (era docente universitario) se raparon la cabeza en solidaridad conmigo, pero yo jamás perdí mi cabello jajajajajaa y ellos me decían: usted es tan fuerte que ni lo peor en la vida la dobla, profe ¿cómo hace, yo estaría muerto ya?, recuerdo que le dije solamente: si te gusta la vida que tienes, ¿por qué gastarla llorando, mejor es entregarla viviendo?
Mi vida ha sido grata, con todos sus matices; he enterrado a un hijo, superado un cáncer, pasado un divorcio y a pesar de esas vicisitudes, sonrío, porque de eso se trata la vida, de sonreír siempre, con la mente, el espíritu y el alma...
Hace 5 años (este octubre) que superé el cáncer y que me dedico a trabajar las emociones para mejorar la calidad de vida de todo aquel que desee aprender, como yo, el arte de vivir con calidad de vida.
No sé si esta es la manera de contarlo, pero es la mejor manera de darles una idea mis días felices y los menos agradables...
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"La Voluntad de Dios no te llevará donde la Gracia de Dios no te proteja"
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