NOTA DEL ESCRITOR: en el artículo se utilizarán expresiones coprolálicas y soeces, propios de los diálogos escritos, los cuales no han sido editados para fines del mismo. Pido disculpa por el lenguaje utilizado y las acepciones expresadas.
Hace poco mientras leía los comentarios dejados en mi blog, oí detrás de mi, a una pareja que discutía en voz baja, controlando el volumen de la voz, pero se notaba afligida la voz femenina y frustrada la voz masculina.
LLamó mi atención que la voz femenina decía, tratándo de consolar a quien la acompaña, que presumo debe ser familiar (esposo, pareja) diciéndole que al menos saben ya que es lo que tiene y que buscarán ayuda... él respondía con bastante carga lo siguiente: prefiero un hijo drogadicto a un hijo "marico" y se le quebraba la voz al final de la frase.
En una película que mis padres comentaban, durante una reunión familiar, propia de las fechas decembrinas, comentó casualmente esta frase que, el señor afligido decía con suma frustración. No recuerdo el título de la película, mi mamá comentaba pues, siempre en conversaciones, hablamos de los temores de los padres, mi Jesús está pequeño y es normal tocar los puntos.
Continuando con el relato de la pareja que comentaba a mis espaldas sobre algún hecho con un hijo, realmente no pude contener el morbo humano de la curiosidad de saber qué es lo que sucedía, llamó mi atención no sólo el contenido de la expresión sino que el tono, el contenido, la emocionalidad de la expresión negativa, catastrófica y desalentadora de " prefiero ... a..." es lo que hace de nuestra vida, realmente una carga de estrés, un imán de sólo eventos negativos y desalentadores, como las mismas expresiones.
Para un padre, una madre, un hijo es realmente un sueño hecho realidad. El error lo cometemos cuando, ese hijo es una extensión de nuestras metas y nuestros sueños... "El será todo lo que yo no pude ser, porque mi papá no me apoyó, porque no teníamos los recursos, porque yo soy menos, porque, porque, porque..:"
Cada porqué que responde a un por qué personal, brinda cientas de respuestas para justificar lo injustificable: los hijos son hijos de la vida, del mundo, no de nosotros. Los creamos juntos, en una unión completa y total, pero no somos sus dueños, somos sus guías, sus bases, pero no sus dueños...
Para un padre, una madre, un hermano, un abuelo... para la familia tener una situación de homosexualidad es más que un problema de conducta, de comportamiento, es un conflicto de intereses, de la postura social de mi punto, no de quien se dice, se siente homosexual. Durante las clases en mi postgrado, sobre sexología, el dr. que me dictó la cátedra comentaba que las creencias, la idiosincracia y nuestros valores humanos mal dirigidos, hace de la homosexualidad una satanidad, una calamidad, una catásfrofe familiar, no personal.
Imagínense estar en medio del tráfico de la capital de su país, sin zapatos, en plena lluvia y brisa fría, sin ropa, nada, ni siquiera la ropa interior y para añadir mayor vergüenza, no tener el cuerpo de un adonis o de una afrodita... y desea llegar a una de las esquinas, donde está un perchero con una bata gruesa y pantuflas acolchadas. Nuestra mente querrá la bata, no verá solamente el estar vulnerable al escarnio público, sino también a la inclemencia del clima, de mi bienestar mental y físico... esa sensación de vulnerabilidad y de inseguridad deben sentir las personas que, por algún motivo, sientes que son homosexuales... porque nos han formado, criado, enseñado a ver al mundo desde los ojos heterosexuales.
No soy especialista en el área de la conducta homosexual, pero si sé que ,así como me gusta en exceso las ensaladas con cebolla y a muchos eso les causa asco, naúsesas o malestar, muchos también tendrán inclinaciones, conductuales, fuera de mi normalidad, pero no por eso debo maltratarles, vejarles o intentar cambiarles. Simplemente es trabajar la aceptación con límites, las normas por igual, pues así como a muchos les molesta el comportamiento homosexual o lésbico, a muchos también hay que corregirles en el mundo heterosexual cuando ofrecen espectáculos conductual no acordes a la norma social y en caso de ser un familiar cercano, la norma familiar.
Es importante aprender a escuchar, si es nuestro caso, a nuestros hijos o amigos, sobrinos o quien sienta y crea que es homosexual... son personas con sentimientos, con emociones y ellos pueden darnos muchas respuestas a cómo tratarlos, cómo sanar mi dolor, pues el dolor no es porque "mi hija es lesbiana, rara; o mi hijo es guey o raro, mi dolor es porque puse mis expectativas en él y siento que me defraudó" y ahí está la equivocación, pues como dije anteriormente, nuestros hijos no son las extensiones de nuestras vidas, son parte de la vida misma.
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